A nadie le sorprenderá saber que la industria de la moda está ganando terreno en todo el mundo y que, en nuestro país, ese avance no está siendo menor. La ropa no solo nos sirve para amoldarnos al periodo del año en el que nos encontremos, sino que también sirve para vender nuestra imagen personal, una cuestión que siempre ha sido importante pero que ha adquirido una dimensión muy grande en los tiempos en los que nos encontramos. Y es que, en un mundo gobernado por la imagen, la ropa ha de ser, sin ninguna duda, la mejor de las compañeras para mejorar la nuestra.
Elegir bien qué ropa queremos tener tiene una influencia muy grande sobre nuestra vida. En primer lugar, porque de eso depende nuestra comodidad. Sentirse incómodo con la ropa que llevemos es algo que acarreará consecuencias en lo relativo a nuestra actitud. Una persona no puede demostrar todo su potencial en una reunión si no se encuentra cómoda con su propia vestimenta. En segunda instancia, elegir bien nuestra ropa es elemental en tanto en cuanto, con ella, pueden identificarse buena parte de nuestros gustos e intenciones. Y es que no es lo mismo apostar por el negro que por tonos claros. Con ello, le estamos “hablando” a nuestros interlocutores.
La industria de la moda española es una de las que mejor funciona en todo el mundo. Y son muchos los datos que nos permiten afirmarlo sin que tengamos ninguna duda al respecto. A continuación, os vamos a mencionar dos ejemplos que así lo atestiguan.
- El primero de ellos viene reflejado en un artículo que fue publicado en la página web de la agencia de noticias Europa Press. En él, se indica que esta industria supera el 3% del PIB en nuestro país y que, además, tiene un peso en el empleo del 4’3%. Son muy pocas las industrias que puedan presumir de ello en el interior de nuestras fronteras.
- Por otro lado, una noticia que extraemos del portal web especializado en moda Modaes indicaba que, en el verano de 2018, la industria española de la moda superaba las 20.000 empresas por primera vez desde el año 2011, un año marcado por la acentuación de la crisis económica que se había producido tres años antes y que amenazó a toda la economía española sin ningún tipo de miramiento.
La moda, en España, siempre ha sido un negocio rentable. Primero porque ha sabido cómo llamar la atención de diferentes públicos objetivo. Y segundo porque nuestra industria ha sido capaz de fabricar muchas de las piezas que posteriormente, las empresas minoristas se han encargado de comercializar. Los profesionales de Liquistocks nos han informado en una charla reciente de que esa ha sido la clave para que el sector no haya perdido un ápice de competitividad durante los años más duros de la crisis y para que, ahora que parece que se avecina otra, siga teniendo todas las garantías de sostenibilidad y crecimiento.
La migración al comercio electrónico ha marcado la diferencia
Si algo ha hecho posible que la moda haya ganado enteros incluso en los momentos más complicados de la crisis económica ha sido esa migración fantástica que ha ido realizando para que sus servicios y productos sean vendidos, además en los comercios físicos, a través de Internet. El ecommerce ha sido una de las mayores salvaguardas de este negocio. Y es que, en un momento como en el que nos encontramos, la mayoría de la población ya prefiere ahorrar tiempo y dinero en transporte para comprar íntegramente de manera online.
El sector de la moda fue el primero que empezó a confiar en un asunto como Internet para realizar sus ventas y no limitarse solo a elaborar estrategias de marketing digital. Combinó ambas cosas a la perfección y eso es lo que explica que ahora, en pleno año 2020, sea uno de los negocios más rentables de todo el país. A nadie le sorprende que así sea y más en un momento en el que acudir a un comercio implica el cumplimiento taxativo de unas cuantas medidas de seguridad provocadas por la llegada del coronavirus.
Estamos en un momento en el que lo digital ya ha copado buena parte de los mercados. Por desgracia, todavía no todas las empresas tienen la capacidad para hacer frente a todas esas demandas y exigencias que establece el implantar un sistema de comercio electrónico, pero no nos cabe la menor duda de que es cuestión de tiempo que así sea. Mientras tanto, las entidades que ya se encuentran trabajando con este sistema obtienen todos los beneficios que se relacionan con él, haciendo más rentable su actividad y haciendo que los cambios que las tecnologías todavía estén por desarrollar sean más fáciles y adaptables a nuestro negocio.