Seguro que has oído muchas veces la palabra sostenibilidad. La verdad es que ha dejado de ser una simple declaración de intenciones para convertirse en una exigencia del mercado, los consumidores y los propios colaboradores. Y lo más importante, muchas veces, hasta la propia ley.
Hoy en día, las empresas que buscan mantenerse competitivas y responsables deben asumir un compromiso real con la protección del medio ambiente y el bienestar social. Y esto ya os digo que no es cuestión de la famosa Agenda 2030 ni cosas de política, es cuestión de medio ambiente, pero también de economía. Y es que al final, eso es una empresa, intentar sacar un mayor rédito.
Ahora bien, no es fácil. Porque como os digo no es cuestión de que seas de derecha o de izquierdas, esto es cuestión de que si una impresora gasta 10 toners al año, pues mejor será comprar unos eficientes y gastar solo por 5. ¿No?
Pero ¿cómo se logra este cambio en la práctica? El camino hacia la sostenibilidad implica acciones desde la infraestructura de las oficinas hasta la cadena de suministro, pasando por la cultura corporativa y la innovación en productos y servicios.
Desde la oficina
Os quiero hablar de cómo una empresa puede cambiar su mentalidad y hacerse sostenible. Pues bien, puede hacerlo desde la propia oficina. Aunque puedan parecer neutras, son responsables de un importante consumo energético y de recursos. Vamos con ejemplos.
Uno en concreto es la instalación de ventanas eficientes que permiten un mejor aislamiento térmico y acústico. Estas reducen significativamente la necesidad de aire acondicionado o calefacción, lo que se traduce en un menor gasto energético y en menos emisiones de CO₂.
Recuerdo también que en la empresa que estaba nos pusimos en contacto con Ventanas Alicante, para cambiar las cortinas de vidrio reciclables. Y la verdad es que fue todo un acierto. Además de aportar diseño moderno y funcionalidad, estaban elaboradas con materiales 100% reutilizables y cuentan con los certificados de garantía y calidad que avalan su durabilidad y respeto por el entorno. Así que quedamos todos tan contentos.
Más allá de la infraestructura, la gestión de la energía es uno de los factores que más impacto tiene en la huella ambiental de una empresa. Y es que migrar hacia el uso de energías renovables como la solar o la eólica, o contratar proveedores que ofrezcan electricidad proveniente de fuentes limpias, es una medida que aporta beneficios inmediatos.
Al final, y como os decía al principio, esto es lo importante. Lo que hay que hacer es buscar la máxima rentabilidad de la empresa, que entre más dinero de lo que gastas, y si encima no contaminas, pues oye, mejor todavía.
Vamos con más ejemplos. Otro pilar de la sostenibilidad es la correcta gestión de los desechos. Implementar un sistema de separación y reciclaje en las oficinas permite recuperar papel, plástico, vidrio y metales. Además, adoptar la política de “oficina sin papel” reduce de forma significativa la impresión de documentos, fomentando el uso de plataformas digitales para la comunicación y el almacenamiento de información.
En la cadena de suministro, también es importante lo de trabajar con proveedores que prioricen empaques reciclables o biodegradable. Ahora mismo, no hay que olvidar lo de ofrecer a los clientes productos o servicios con envases retornables o materiales reutilizables genera un círculo virtuoso. Así todos estaremos contentos.
Tampoco nos podemos olvidar de algo que se puso de moda en la pandemia pero parece que ahora pierde fuelle: fomentar el teletrabajo o modelos híbridos. Se ha demostrado que contribuye a reducir las emisiones derivadas de los traslados diarios. Las empresas también pueden habilitar estacionamientos para bicicletas y promover la movilidad compartida.
Por supuesto, no solo hay parecer sostenible, también lo tienes que ser. Así que tienes que obtener certificaciones reconocidas internacionalmente, como ISO 14001 (gestión ambiental), LEED (edificaciones sostenibles) o sellos de productos reciclables y de comercio justo, es una forma de garantizar a clientes y socios que el compromiso es serio y verificable.
Hace unos meses estuve en una charla sobre este tema, y dijeron una frase que es cierta. “Porque el futuro tiene que ser sostenible o no será futuro”. Y la verdad es que llevan toda la razón. La sostenibilidad ya no es una opción, sino una obligación ética y estratégica., y esto es lo que estamos demostrando.
Tengo claro que las organizaciones que apuesten por ello están apostando por el cuidado del planeta, y también por ser más competitivos. O lo que es lo mismo, por ganar más dinero y gastar menos.