Cuando te ves envuelto en un proceso judicial por una herencia, un divorcio, un problema con un vecino o cualquier otra situación, de repente todo parece un laberinto. Te hablan de abogados, de plazos, de documentos que hay que presentar, de juzgados y sientes que entras en un mundo que no conoces y que impone respeto. En medio de todo eso, aparece un nombre que para muchas personas suena a algo lejano, el procurador.
La verdad es que el procurador es esa persona que no da discursos en los juicios ni sale en las noticias, pero sin la cual todo el engranaje judicial se tambalearía. Es quien representa tus intereses delante del juzgado, quien se asegura de que tus papeles lleguen cuando deben llegar, de que no se pase ningún plazo, de que cada notificación llegue a tiempo. Es alguien que, sin hacer ruido, camina a tu lado durante todo el proceso, hablando con los tribunales por ti, solucionando problemas antes de que tú sepas que existen.
Y sí, mucha gente no sabe ni que existe hasta que un abogado te dice: Necesitamos también un procurador y entonces llegan las dudas. Por eso hemos querido escribir esto, para contártelo de forma sencilla y humana. Porque detrás de cada procurador hay una persona que ha estudiado, que se ha formado, que conoce cada rincón del procedimiento judicial, y que trabaja con rigor para que tú no tengas que preocuparte de los aspectos más técnicos.
¿Qué es un procurador?
Imagina que te enfrentas a un proceso judicial. Ya es una situación que puede generar nervios, incertidumbre, preguntas. Sabes que necesitas un abogado, alguien que defienda tus derechos, que te asesore. Pero, de pronto, alguien te menciona también al procurador, ¿otro profesional más?, ¿qué papel juega exactamente?. La respuesta es más sencilla y humana de lo que parece el procurador es esa persona que te representa ante el juzgado, que habla en tu nombre en los trámites legales, que se asegura de que todo se haga bien, a tiempo y sin errores.
Podríamos decir que es el gran organizador del proceso. Se ocupa de recibir las notificaciones del juzgado, de mover papeles que no pueden esperar, de presentar cada escrito en el lugar y momento adecuados. Si hay un plazo importante, él lo controla. Si hay que enviar algo al tribunal, él se encarga. No da consejos jurídicos eso lo hace tu abogado, pero sin su trabajo, todo el procedimiento correría el riesgo de desordenarse, perder fuerza o incluso paralizarse.
Diferencias entre abogado y procurador
Cuando una persona se enfrenta a un proceso judicial, es normal que le surjan un montón de dudas. Una de las más habituales es: ¿Para qué necesito dos personas? ¿No me basta con un abogado?. Y es lógico preguntárselo. En ese momento todo parece complicado, y aparecen términos que no forman parte del lenguaje del día a día. Pero lo cierto es que abogado y procurador no hacen lo mismo, y cada uno tiene un papel muy importante para que todo salga bien.
El abogado es quien se pone a tu lado para defenderte, quien escucha tu historia, analiza tu caso, piensa la mejor forma de plantearlo ante el juez y, si es necesario, se sienta contigo en el juicio para hablar en tu nombre. Es tu estratega legal, la persona que te guía en lo que debes decir, pedir o reclamar. Él se encarga del contenido jurídico de la defensa, los argumentos, los derechos.
El procurador, en cambio, es quien se encarga de que todo eso que el abogado prepara llegue a su destino. Que cada documento se entregue donde toca, que ninguna notificación se pierda, que los plazos se cumplan sin errores ni olvidos. Es quien está al pie del juzgado, pendiente de cada movimiento del expediente, informando al abogado y, a veces, también a ti, para que estés tranquilo.
Funciones principales del procurador
Tal y como nos explican los procuradores de Burgos Moliner, el papel del procurador va mucho más allá de la simple gestión documental es una figura clave que actúa con compromiso, conocimiento y cercanía para garantizar que cada procedimiento judicial avance con orden y seguridad.
Representación procesal
El procurador representa legalmente a una persona física o jurídica en un procedimiento judicial. Aunque no actúa como abogado, su presencia permite formalizar los actos procesales en nombre del representado, lo que agiliza el proceso.
Gestión de escritos y documentos
Es el responsable de presentar en tiempo y forma todos los escritos y documentos que le proporciona el abogado. Esto incluye demandas, contestaciones, recursos, solicitudes y cualquier otro tipo de comunicación con el tribunal.
Recepción de notificaciones
El juzgado o tribunal remite todas las notificaciones judiciales al procurador, quien luego las traslada al abogado o al cliente. De esta manera, el proceso fluye de manera más rápida y ordenada.
Control de plazos y vencimientos
Uno de los mayores riesgos en un procedimiento judicial es no respetar los plazos. El procurador es quien lleva un control estricto de las fechas límite para evitar que el caso se vea afectado por una falta de diligencia procesal.
Interlocutor con la Administración de Justicia
El procurador está en contacto permanente con los funcionarios de los juzgados, lo que facilita la gestión diaria del expediente. Esto incluye solicitudes de documentación, entrega de notificaciones, seguimiento del estado de un procedimiento, etc.
Práctica de diligencias
En algunos casos, el procurador puede encargarse de diligencias como emplazamientos, requerimientos, citaciones o notificaciones a las partes, testigos o peritos.
¿Cuándo es obligatorio contar con un procurador?
La Ley de Enjuiciamiento Civil establece que, en la mayoría de procedimientos judiciales, especialmente aquellos que superan determinados importes económicos o que se celebran ante tribunales superiores, es obligatorio contar con un procurador. Algunos ejemplos son:
Juicios civiles ordinarios.
Procedimientos contencioso-administrativos.
Procedimientos laborales en segunda instancia.
Procedimientos penales en los que se actúe como acusación particular o defensa en causas complejas.
Sin embargo, en procedimientos menores o de jurisdicción voluntaria, como reclamaciones de cantidad inferiores a los 2.000 euros o divorcios de mutuo acuerdo sin hijos, la presencia de procurador no es obligatoria, aunque sí recomendable.
Requisitos para ser procurador
Para ejercer como procurador en España es necesario cumplir con una serie de requisitos académicos y legales:
Tener el título de Grado en Derecho o licenciatura equivalente.
Cursar el Máster de Acceso a la Procura, una formación especializada que combina teoría y prácticas.
Superar la prueba oficial de acceso a la profesión, organizada por el Ministerio de Justicia.
Colegiarse en un Colegio de Procuradores, ya que se trata de una profesión regulada.
Además, como en otras profesiones jurídicas, es obligatorio mantener una formación continua, suscribir un seguro de responsabilidad civil y cumplir con normas éticas y deontológicas.
El papel del procurador en la era digital
La justicia española ha iniciado en los últimos años un proceso de transformación digital, que también ha afectado al trabajo de los procuradores. La implantación del sistema LexNET, una plataforma de comunicaciones electrónicas entre los profesionales del derecho y los órganos judiciales, ha cambiado profundamente la forma de trabajar.
Hoy en día, muchas de las funciones que antes se hacían físicamente como entregar escritos o recoger notificaciones se realizan de forma telemática. Esto ha incrementado la eficiencia, pero también ha exigido a los procuradores una mayor adaptación tecnológica y conocimientos informáticos.
Los procuradores, lejos de resistirse al cambio, han sido en muchos casos impulsores de la digitalización, reclamando mejoras en el sistema, más formación y una integración plena de las herramientas digitales en su práctica diaria.
Ventajas de contar con un procurador
A menudo, los clientes se preguntan por qué necesitan contratar a un procurador además del abogado. La respuesta está en el valor añadido que aporta:
Agiliza los procedimientos judiciales.
Evita errores formales y retrasos.
Permite una mejor coordinación entre el juzgado y la defensa.
Asume tareas burocráticas que liberan al abogado para centrarse en la estrategia legal.
Aporta experiencia procesal y conocimiento de los órganos judiciales.
Además, su coste suele ser razonable en relación al servicio que presta, y en muchos casos está incluido dentro de las costas procesales que puede asumir la parte contraria si se gana el juicio.
El colegio de procuradores
Cuando confías en un procurador, no estás confiando solo en una persona estás contando también con el respaldo de todo un colectivo profesional que cuida de que ese trabajo se haga con responsabilidad, formación y corazón. Ese colectivo son los Colegios de Procuradores, repartidos por todo el país, y que funcionan como una especie de hogar profesional para quienes se dedican a esta labor tan importante como poco visible.
Los colegios no solo están para supervisar, sino para acompañar. Ofrecen apoyo cuando surgen dudas, formación constante para que los procuradores estén al día, acceso a herramientas tecnológicas, espacios para compartir experiencias y hasta turnos de oficio para estar donde más se les necesita.
A simple vista, el procurador puede parecer una figura secundaria. Alguien que mueve papeles, que lleva los documentos al juzgado. Pero cuando vives de cerca un proceso judicial, te das cuenta de que sin él, muchas cosas no funcionarían. El procurador es como ese engranaje discreto pero vital que hace que todo fluya que los tiempos se respeten, que las comunicaciones lleguen cuando deben llegar, que nadie se quede sin respuesta ni sin defensa por un fallo de forma, no se pone la toga ni se sube a la sala, pero está en todo.