El diario 20 Minutos informaba, a mediados del pasado mes de noviembre, de un suceso desgarrador: la muerte de un albañil en la provincia de Sevilla tras caerse desde el lugar en el que trabajaba. El hombre tenía 52 años y dejó a una familia rota y desesperada, que probablemente hoy, en el mes de abril, todavía no se haya recuperado de las consecuencias que implicó aquella pérdida. Una muerte tan horrible como evitable, lo cual sin ninguna duda añade más dosis de tristeza al caso.
Por desgracia, sucesos así se han producido en España y en buena parte de los países del mundo desde que se tiene uso de razón. En lo que se refiere a nuestro país, cabe destacar que las décadas de los 60 o los 70, en las que comenzó a impulsarse una industria como la de la construcción, fueron especialmente mortales, no sólo por el hecho de que hubiera a su vez mucha gente empleada en el sector, sino porque la gente que trabajaba como albañil ni tenía los instrumentos adecuados para hacerlo ni había sido formada para ello. Los ingredientes de la desgracia estaban servidos.
La formación, un elemento tan imprescindible para un trabajo como el de albañil, brillaba por su ausencia en el sector hasta hace bien poco. Esa era una de las principales razones que permitían comprender en alto número de fallecidos que registraba la profesión hasta hace apenas algunos años. Por suerte, los poderes públicos se pusieron las pilas y comenzaron a legislar con el firme propósito de que las empresas brindasen no sólo los utensilios adecuados para garantizar la seguridad de los albañiles, sino también la manera de formar a estos para que fueran conscientes de todo lo referente a su seguridad laboral. Fruto de todo ello nació Workprotec.
Ventajas de la formación Workprotec tanto para el empleador como para el empleado
Invertir en formación sólo puede tener ventajas y los hechos son los principales argumentos para demostrarlo. El portal web El Empresario informó en el artículo que enlazamos a continuación de todas las ventajas que tenía un elemento tan simple como la formación tanto para las empresas como para todos sus empleados. Haciendo una lectura comprensiva nos damos cuenta de la importancia que adquiere la formación en sectores en los que el trabajo no es fácil y entraña una serie de peligros.
Comencemos por las ventajas que tiene la empresa:
- Aumenta su productividad y por ende su crecimiento económico, el objetivo último de esta clase de organizaciones.
- Incrementa la estabilidad laboral, un aspecto clave puesto que, cuanta más experiencia adquieran los empleados, mejor conocerán el sector en el que se están moviendo.
- Mejora los procesos de trabajo, algo que irá en pos de la adquisición de una cada vez mayor eficiencia.
- Se incrementa la flexibilidad y la capacidad de adaptación de la fuerza laboral.
- Mejora el conocido como ‘know how’, algo que también tendrá una repercusión muy positiva en la eficiencia de la organización.
- Mejora la competitividad de la empresa, una cuestión ineludible si la entidad tiene la intención de conseguir beneficios y ponerse a la vanguardia de su sector.
- Ayuda a consolidar y transmitir la cultura de la empresa.
Pero la formación también trae ventajas a los que sin lugar a dudas son sus grandes beneficiarios, los trabajadores. Gracias a ella, consiguen adquirir conocimientos y herramientas para desempeñar su trabajo con el menor riesgo posible, lo cual puede ser una diferencia determinante entre la vida y la desgracia.
- En primer lugar, permite un crecimiento personal y profesional que es un valor añadido para el profesional y que éste podrá incorporar en su currículum.
- En segunda instancia, hace que aumente la motivación, la satisfacción con el trabajo y la tranquilidad laboral, algo que no tiene precio.
- Mejora la integración social del trabajador, una labor imprescindible en toda condición humana.
- Favorece, finalmente, la igualdad de oportunidades entre todos los trabajadores, una labor que es de justicia y que también es necesaria.
La formación continua es un valor para nuestra sociedad que necesita impulso y protección. Todos sus aportaciones positivas son de primera necesidad en absolutamente todos los puestos de empleo que nos podamos llegar a imaginar. Sin ella, serían muchas más las personas que, como ese albañil del que hablábamos al principio, hubiesen muerto durante el desarrollo de su jornada laboral. La formación es, en otras palabras, el mejor ángel de la guarda de los trabajadores.